En los diversos documentos aportados en
los últimos años al debate de la Reforma Universitaria hemos renovado nuestra
apuesta al sumarnos a las instancias que la propia UdelaR ha definido, para
efectivamente hacer que la Reforma sea efectivamente entre todos.
El anteproyecto con alternativas
generado por la Comisión Mixta CDC- AGC no plantea innovaciones de fondo al
funcionamiento de la institución, su estructura académica y procesos
decisionales. No es todo lo removedor y reformista que podíamos pensar hace un
par de años, al iniciarse esta nueva etapa de debate y transformaciones en la UdelaR. Por ende, creemos pertinente ajustar los términos y hablar de “Actualización” o
“mejora” y no de Reforma.
Desde la CGU queremos una nueva LO que
pueda romper la inercia institucional y superar los intereses de sectores
corporativos que desde dentro de la institución siempre están dispuestos a
neutralizar los cambios y las reformas.
Apostamos a que la actualización del
marco normativo, permita a nuestra UdelaR situarse de la mejor manera ante los
desafíos que el mundo actual le impone a nuestra sociedad. Estos implican la necesidad de lograr nuevos
acuerdos y consensos para avanzar hacia una educación concebida como bien
público, focalizada en educar individuos que formen una sociedad integrada e
integradora, que enfrente la fragmentación y exclusión social dando
herramientas de formación de ciudadanía, pensamiento crítico y fortalecimiento democrático:
una educación de calidad y pertinencia, para todos a lo largo de toda la vida,
vinculada al mundo del trabajo, la producción y el desarrollo humano
sustentable.
La UdelaR en el sistema educativo
Es muy valioso el avance cualitativo de
que la Universidad no se reconozca como el único actor sino como uno más dentro
del subsistema publico de educación terciaria, explicitando la voluntad de
generar una movilidad estudiantil hacia los distintos niveles y desde
diferentes marcos institucionales.
Esto reafirma nuestra convicción de que
es necesaria una Ley de Educación Superior o Ley Universitaria que complemente
las disposiciones sobre educación terciaria y universitaria de la Ley de
Educación vigente, a fin de potenciar las articulaciones entre los distintos
actores públicos y privados del sistema e implique una apuesta a garantizar
calidad, equidad y pertinencia en la formación terciaria y universitaria. En caso de existir una Ley Universitaria la
UdelaR podría tener como marco normativo base su propio Estatuto Universitario
y no tener que esperar que el parlamento apruebe su ley orgánica, lo cual
potenciaría su autonomía.[2]
El
cogobierno universitario
Nuestra UdelaR (como las universidades
públicas latinoamericanas cogobernadas en general) presenta un déficit de
gobernabilidad, entendida como la capacidad de articular un proyecto
institucional y de llevarlo a la práctica.
Principalmente vemos como
consecuencias, la carencia de planificación y concreción de objetivos claros y practicables, y una clara aversión a la
evaluación tanto externa como interna, llevando a la merma de la calidad
educativa.
Actualmente nos encontramos con un
cogobierno alejado de los cogobernados. Maneja su propio idioma, sus propias
siglas, sus códigos e interpretaciones de la realidad, que poco ayudan a la
fácil comprensión de todos -alejandose del concepto clásico de democracia-
transformándose en el cogobierno de los cogobernantes. Uno de los
cuestionamientos importantes que debemos realizarnos, es en cuanto a la efectiva
participación de los universitarios en los procesos de discusión que en la
mayoría de los casos pecan de endogámicos.
Una salida que hace años viene
planteando la CGU[3]
es la realización de plebiscitos sobre los temas fundamentales, y llevando a
elección directa al Rector, los decanos y los integrantes del Consejo Directivo
Central como una corrección al déficit democrático reinante.
En el marco de la discusión general
sobre la integración de los órganos de dirección de la Universidad y sus
servicios, es clave poner a consideración la
paridad de órdenes o al menos igualar la cantidad de delegados de los docentes
y los estudiantes. Sobre los egresados no es tan claro que deba mantenerse
su actual representación y la proporción de la misma, teniendo como principal
cuestionamiento su alarmante ausentismo electoral y sus altísimos porcentajes
de voto en blanco y anulado de unas cuantas elecciones universitarias a esta
parte. Es el orden que presenta mayor
“lejanía” de los temas universitarios de todos los días y en muchos de
los casos –no tan común en nuestra facultad- sus representantes son entrados en
años, más cerca de configurar un orden de “Jubilados universitarios” que de
vinculación con la sociedad y los sectores productivos.
De todas formas es importante recalcar
que no queremos centrar la discusión en el mero reparto de poder.
Salida
de la disyuntiva
“El consenso no es un objetivo sino
una aspiración. Es una posibilidad que puede concretarse a partir del ejercicio
analítico reflexivo durante el debate de las ideas. Si se concreta mucho mejor.
Pero lo fundamental en una reforma universitaria radica en la mutua comprensión
de las visiones divergentes, puesto que llegará un momento en que unos deberán
hacer, ejecutar y llevar adelante lo que en principio no estaban enteramente de
acuerdo. Sin ellos - también - no hay reforma posible. Por eso es que el
consenso no es lo prioritario, salvo que se esté asumiendo desde un inicio la
debilidad de los planteos propios. O como ha sucedido más de una vez se recurre
a este procedimiento donde el veto funge como alternativa para imponer visiones
endebles y por lo general minoritarias”. [4]
En el camino hacia concretar una
propuesta universitaria de reforma de la ley expresamos nuevamente que el mejor
gesto respecto al cual la Universidad
puede hacer pesar su postura ante el parlamento es hacer pasar su propuesta por
la legitimidad de los ordenes a través de un plebiscito universitario.
Tanto para saldar las “alternativas” sobre los artículos con dos o más
propuestas como para ratificar un proyecto consensuado.
Carrera Docente
En consonancia con lo planteado desde los ámbitos de
discusión a nivel central de la UdelaR y con lo discutido en nuestra facultad[5], vemos de suma importancia el tránsito hacia la
profesionalización de nuestro personal docente.
Una adecuada correlación entre grados y dedicación,
con exigencias y responsabilidades asignadas a cada caso permitirán una mejor
evaluación y coordinación de las funciones asignadas.
Además el espíritu de aplicación de una continua
evaluación y actualización de los saberes docentes no hace más que ser
coherente con el proceso de cuestionamiento que está teniendo nuestra casa de
estudios.
La transparencia y los procedimientos bien claros
llevados a cabo en los concursos y claros mecanismos de promoción incentivarán
el crecimiento cualitativo y cuantitativo de nuestros docentes.
Nuestra duda se sigue planteando en cuanto a los
perfiles y la exigencia de determinadas funciones según grado, exigiendo la
enseñanza por sobre todas las cosas. A su vez, los grados siguen teniendo un
dejo de estructura piramidal que con una inadecuada combinación de
dedicaciones, podría perpetuar el sistema actual de forma solapada.
Vemos que muchos de los cambios que se quieren llevar
a cabo son impulsados desde facultades con un alto porcentaje de dedicaciones
totales y con un fuerte perfil académico, que muestran una tendencia a las
altas dedicaciones y a la generalización de los posgrados en las planillas
docentes como un camino natural. Debemos tener bien presente que a nuestro
servicio le va a costar muchos años ir hacia ese rumbo del cual no estamos tan seguros de que sea necesariamente conveniente
en una facultad como la nuestra.
[1] Sección basada en el documento “Comentarios de
CGU-Corriente Gremial Universitaria sobre el Anteproyecto con alternativas de
Nueva Ley Orgánica de la Universidad de la República” – Mayo 2010
[2] Documento de CGU
“Aporte de la CGU hacia la nueva ley orgánica de la Universidad de la República”. – Julio 2008
[4] Parte final del documento “Mitos y desencuentros de la
reforma universitaria” del grupo de egresados Alternativa Universitaria, agosto
2009
[5] Documento
realizado en la comisión de Carrera Docente del consejo (2009) y Anexo de “Propuesta de Plataforma de ADUR CCEE”,
Junio 2010
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